28.11.07

“Alexia” (Instalación 6)

(Es aconsejable empezar con instalación 1 que se encuentra mas abajo.)

Aunque estaba trabajando todo el día y sus pies dolían mucho Alexia no podía quedarse sentada ni un minuto hasta que sus responsabilidades de casa vinieron empujándole a más labor. En primer lugar tuvo que darles algo para llenar sus barrigas vacías de sus hijos. Levantándose fue a buscar comida de algún tipo.

“Caleb, por favor llave la cara y las manos de tu hermana y después pon la mesa. Samuel ¿te pueda ofrecer un sándwich?” Ella entró inmediatamente al ritmo familiar de anfitrión.

Conociendo la importancia de no insultar el orgullo de una mujer Samuel respondió, “Sí, suena bien. Y yo te ayudo a poner la mesa.” Y entró al rincón que pretendía ser la cocina al buscar la vajilla. Alexia lo miró con un poco de asombro, pero después le dio una pequeña sonrisa de agradecimiento. Fue más calmante que un trapo frío en la piel quemada por el sol el tener alguien a su lado ayudándole. Como la brisa fresca en un día de mucho calor ella se vivificó y se sintió una energía nueva.

Su animo fue tan elevada durante la cena sencilla que los chicos se sintieron la libertad de reír, algo que no ocurrió muy a menudo. Hasta Sarai participó en la conversación con su balbuceo alegre y contento. Samuel los entretuvo con sus cuentas del las aventuras del mar y su servicio al país en la marina.

Sarai se puso a bostezar. Alexia fue a buscar su medicina pare el tos. Después alistó los chicos para dormir y los puso en la pequeña cama que los tres compartieron. Su rutina de cada noche era la misma: al acostarse para dormir Caleb pidió oración para las cositas importantes en su vida y después oraron juntos. Esta noche el hijo tuvo muchas preguntas para su mamá.

“¿El tío Samuel va a quedarse con nosotros? ¿Va a estar aquí cuando me levante? ¿Puedo yo ir con el en su barco grande? ¿Qué dirán mis compañeros al saber que tengo un tío en la marina? ¿Mamá, puedo llevármelo conmigo a la escuela?...” Dándose cuenta de que no bastaría las preguntas de su hijo la madre tiernamente tapó la boquita del niño con sus dedos y susurró, “Shhhh…Voy a orar. Después vas a dormir. Y vamos a ver mañana lo que pase mañana.”

La oración fue sencilla pero con mucha más fe que la noche anterior. Los chicos cerraron sus ojos para dormir.

(Continuará...)

1 comentario:

Anónimo dijo...
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