29.11.07

“Alexia” (Instalación 7)

(Es aconsejable empezar con instalación 1 que se encuentra mas abajo.)

Es impresionante cuan rápido los pensamientos llenan la mente fatigada. Vienen con tanta fuerza que es casi imposible aguantar su diluvia de demandas. Con la emoción del día, su arduo trabajo en la fábrica y poca alimentación Alexia casi se desmayó a levantarse del pequeño colchón. Se paró con una mano en su frente y la otra apoyada en la pared oscura de adobe. Fue en este momento de pausa que ella se recordó porque estaba tan enojada y llorando en camino a casa. Al ver su mano tan cerca de su cara, blanca en un lado y negra en la otra, la conversación que tuvo con su jefe acerca de su situación actual la dolía otra vez al pensar en las palabras dañinas que él había dicho.

“Sí, señor. ¿Usted querría verme?” La supervisora de la sección de la fábrica donde Alexia trabajó le había dicho que el jefe querría hablar con ella al terminar su turno.

“Ah, sí. ¡Que bien, nena!” Así las llamó a todas las mujeres jóvenes que ocuparon un espacio en su empresa. Ofreciéndola un asiento y cerrando la puerta de su oficina se paró detrás de ella.

“He visto que has estado trabajando aquí varios meses y nunca te he hablado.” Empezó poniendo su mano gordo en su hombro.

Esquivando el toque ella respondió, “Está bien. Entiendo que es una persona muy ocupada.”

“Pero, me gustaría conocerte un poco mas.” No dándose por vencido el hombre calvo acarició los rulos negros de la nuca de Alexia. “Te he visto trabajando muy duro,” dijo mojando sus labios con su lengua morada, “¿Qué piensas si te de un aumento?” Persiguió; su mano se bajó y encontró el seno.

Asustada Alexia se saltó y corrió hasta la puerta. En vano intentó abrirla. Lágrimas de enojo llenaron sus ojos al sentir la mano sucia de aquel hombre en su cinturón delgado. Dio la vuelta para ver que su jefe estaba agarrando las llaves en su otra mano balanceándolas con una sonrisa grande en su boca mostrando sus pocos dientes de color café. “Por favor, señor, ábrame la puerta. Por favor.” Ella suplicó enfada pero intentando mantener la calma.

“Hay una manera de hacerme abrir la puerta, mi negrita nenita.” Y otra vez intentó acercarse a ella.

Aterrorizada le empujó y dijo con dientes cerrados, “¡Nunca, cerdo!” A esto se enojó el hombre. Su sonrisa malvada desapareció y su cara se desfiguró.

“¡Desagradecida! ¿No te importa tu trabajo? ¿A dónde más vas a conseguir un trabajo en esta ciudad? Eres nada más que una rechazada negra. ¡Todos te odian! Y por encima eres viuda. ¿A dónde más puedes irte? Yo soy el único misericordioso, todos lo demás se burlan de ti. ¿Yo soy un cerdo? ¡Ja! No soy un cerdo. Pero sí, te voy a mostrar quien soy, y quien eres tú…” Él continuó con profanidades e insultos, riéndose. Viendo su oportunidad Alexia le acercó tímidamente pretendiendo someterse a sus avanzas. Cuando él bajo sus brazos que estaban moviéndose con la emoción del discurso ella empezó acariciarlos lentamente desde sus hombros altos hasta llegar a sus muñecas. Agarrando las llaves velozmente con una mano y empujándole en la panza fuertemente con la otra mano al mismo rato se fue corriendo hacía la puerta. Él tropezó con la silla al buscar su equilibrio y se cayó al piso. Por fin encontrando la llave correcta ella se escapó tirando las llaves al piso huyendo por el pasillo hasta afuera. Él gritó detrás de ella todo tipo de insulta amonestándola si atravesaría poner un pie en la fábrica otra vez que la mataría con sus propias manos. Por su mal estado físico se fatigó al llegar a la puerta. Esculpió hacia la dirección de Alexia y la dejó ir. No le dio un pensamiento mas porque estaba frío afuera. Encendiendo un cigarrillo regresó al calor de su oficina donde encontró su botella de licor y su estufa.

Todo esto perturbó la mente de Alexia. La memoria de la tremenda experiencia se repitió vez tras vez tan rápidamente y fue tan horrible que le dio mareos. Cuando intentó a recuperarse y dar la vuelta tropezó sobre sus propios pies porque sus piernas estaban temblando. Iba a caerse si no fuera por la atención astuta de Samuel que estaba fijándola. La agarró de la mano guiándola a la mesa para sentarse.

Alexia miró a la cara de su cuñado y de repente se dio cuenta de algo, “¿Por qué estás aquí Samuel? Ahora mismo me di cuenta que ni se por qué estás aquí.” Y repitió la pregunta mientras que él la acomodó en la silla asegurándose que estaba sentada bien, “¿Por qué viniste?”
(Continuará...)

28.11.07

“Alexia” (Instalación 6)

(Es aconsejable empezar con instalación 1 que se encuentra mas abajo.)

Aunque estaba trabajando todo el día y sus pies dolían mucho Alexia no podía quedarse sentada ni un minuto hasta que sus responsabilidades de casa vinieron empujándole a más labor. En primer lugar tuvo que darles algo para llenar sus barrigas vacías de sus hijos. Levantándose fue a buscar comida de algún tipo.

“Caleb, por favor llave la cara y las manos de tu hermana y después pon la mesa. Samuel ¿te pueda ofrecer un sándwich?” Ella entró inmediatamente al ritmo familiar de anfitrión.

Conociendo la importancia de no insultar el orgullo de una mujer Samuel respondió, “Sí, suena bien. Y yo te ayudo a poner la mesa.” Y entró al rincón que pretendía ser la cocina al buscar la vajilla. Alexia lo miró con un poco de asombro, pero después le dio una pequeña sonrisa de agradecimiento. Fue más calmante que un trapo frío en la piel quemada por el sol el tener alguien a su lado ayudándole. Como la brisa fresca en un día de mucho calor ella se vivificó y se sintió una energía nueva.

Su animo fue tan elevada durante la cena sencilla que los chicos se sintieron la libertad de reír, algo que no ocurrió muy a menudo. Hasta Sarai participó en la conversación con su balbuceo alegre y contento. Samuel los entretuvo con sus cuentas del las aventuras del mar y su servicio al país en la marina.

Sarai se puso a bostezar. Alexia fue a buscar su medicina pare el tos. Después alistó los chicos para dormir y los puso en la pequeña cama que los tres compartieron. Su rutina de cada noche era la misma: al acostarse para dormir Caleb pidió oración para las cositas importantes en su vida y después oraron juntos. Esta noche el hijo tuvo muchas preguntas para su mamá.

“¿El tío Samuel va a quedarse con nosotros? ¿Va a estar aquí cuando me levante? ¿Puedo yo ir con el en su barco grande? ¿Qué dirán mis compañeros al saber que tengo un tío en la marina? ¿Mamá, puedo llevármelo conmigo a la escuela?...” Dándose cuenta de que no bastaría las preguntas de su hijo la madre tiernamente tapó la boquita del niño con sus dedos y susurró, “Shhhh…Voy a orar. Después vas a dormir. Y vamos a ver mañana lo que pase mañana.”

La oración fue sencilla pero con mucha más fe que la noche anterior. Los chicos cerraron sus ojos para dormir.

(Continuará...)

27.11.07

“Alexia” (Instalación 5)

(Es aconsejable empezar con instalación 1 que se encuentra mas abajo.)

Con maña por fin abrió la puerta. Sacudiendo su paraguas y dejándolo medio cerrado del lado de la entrada afuera Samuel agachó su cabeza distinguida, sacó su sombrero fino y siguió a la mujer.

“Caleb, Sarai, llegué.” Llamó la madre sonriendo. Tímidos porque vieron al hombre desconocido y gigantescamente alto según su perspectiva se acercaron lentamente con sus ojos fijados en la cara averiguando si fuera digno de confianza.

Caleb era un chico fuerte y demasiado responsable en su tierna edad de 6 años. Aron, su padre, dio el nombre a su hijo porque quería que creciera para ser un gran hombre de Dios. Heredó la fuerza y la altura de su padre. Pero de su madre agarró una mente fija y su gentileza. Cuidaba bien de su hermanita.

Sarai nació prematura, por ende era petiza y se enfermó muy a menudo. Con solamente dos años a penas podía hablar y no recordó nada de su padre. Esta noche estaba con un poco de tos. Agarraba la mano de su hermano con una de sus manos, en el otro brazo no soltaba su patito peludo con un solo ojo y perdiendo su ala. Pero a ella no le importaba cuán sucio estaba; amaba a su patito llamándolo, “Payo.”

La nena fue corriendo a la falda de su madre y escondió su cara en la tela húmeda mientras que Alexia buscó un asiento para su visita. Ofreciéndole una silla sencilla los dos se sentaron. Recordándose los modelos dijo a sus hijos, “Hijitos saluden a tu tío Samuel por favor.” Inmediatamente Caleb extendió su mano formalmente diciendo, “Hola tío Samuel.” Alexia llevó la carita de su bebé a la mejilla de su tío y le dio un besito pequeñito al hombre gigante. Le regalaba una sonrisita también cuando vio que los ojos de su tío bailaban con alegría al ver sus sobrinos.

“Hola cariños,” dijo Samuel manteniendo el volumen bajo y hablando como si fuera capaz de herir sus queridos si levantara su voz, entonces no queriendo hacer esto por nada se cuidó mucho de estar tranquilo y suave en su forma de dirigirse a toda esta familia. Pero siempre tenía al fondo de su voz los rastros de autoridad en cada palabra que dijo. Esta característica de su forma de hablar demandaba respeto de cada oidor que encontró.

(Continuará...)

26.11.07

“Alexia” (Instalación 4)

(Es aconsejable empezar con instalación 1 que se encuentra mas abajo.)

Solamente tuvieron que correr unas tres cuadras para llegar a la casa su Alexia. Su dueña de la casa donde estaba su pequeño cuarto estaba parada en la puerta con sus puñados en su amplio cinturón. Alexia arregló su cuenta con el viejo atendiendo la tienda al lado de la casa. La dueña vio que dio sus últimas monedas y con voz fuerte y muy áspera grito encima del ruido la lluvia, “¿Y donde está mi parte? Sabes que estás atrasada.” Su sonrisa era sarcástica y ruda, sus ojos enojados buscando una pelea. La mujer robusta llenó toda la entrada impidiendo que entraran Alexia y Samuel.

Cansada, mojada, hambrienta y desesperada con voz baja empezó con las promesas vacías que tuvo que dar cada semana, “Es que no me han pagado… tengo muchos deudas… le pagaré lo mas pronto posible… le ruego un poco mas de misericordia…” Iba a continuar pero Samuel interrumpió con una sola palabra dirigida a la dueña, “Tome.” Y la dio una billete suficientemente grande como para cubrir lo que le faltaba y unos meses mas. La empujó a un lado para dar paso a Alexia.

La casa consistió de una docena de cuartos oscuros y sucios donde vivían muchas familias de escasos recursos. Alexia guió a Samuel por unos pasillos hasta que llegaron a su cuarto. Antes que abrió la puerta Alexia paró con las llaves en su mano. Sintió que tuvo que decir algo, pero no sabia que decir.

“Samuel… es que… estoy… quiero decir…” y otra vez las lagrimas calientes llenaban sus ojos hinchados. Tocando su hombro suavemente el caballero le calmó susurrando su nombre una otra vez con tanto cariño y afección, “Alexia, no digas nada. Te entiendo. Vamos, los chicos están esperándote.”

(Continuará...)

19.11.07

Vacación

Espero que estén disfrutando la historia de Alexia. Continuará cuando regreso de mi mini vacación al Salar de Uyuni aquí en Bolivia. ¡Hasta pronto!

“Alexia” (Instalación 3)

(Es aconsejable empezar con instalación 1 que se encuentra mas abajo.)

Después de uno o dos minutos de silencio decidió mirar al hombre paciente. Ella notó inmediatamente su mirada atenta de interés y preocupación. Su vergüenza no le dejaba verlo en sus ojos por más que un momento; y otra vez miró por abajo donde vio que sus propias manos no se quedaban quietas pero seguían temblando. Esforzó a si misma decir algo. Porque su mente estaba llena de preguntas la única cosa que pudo hacer es preguntarlo, “¿Por qué viniste, Samuel?”

Su tono fue más acusatorio y corto que ella quería. Y al escuchar su propia voz tan brusca y cansada sus cejas su juntaron, arrepentía su forma de empezar. Pero no por mucho tiempo porque otra vez todo su ser se llenó de pena y dolor. “No importa,” pensó.

“Vino lo mas pronto posible cuando escuché lo que pasó con Aron,” él explicó no bajando su mirada atenta en los ojos.

“Ha pasado mucho tiempo desde que él mu…” no pudo terminar la frase porque sintió una bola de emoción ahogándose. Tragó y empezó de nuevo, “Pero se siente como pasó ayer,” y se calló mientras que sus pensamientos la llevó a los recuerdos.

“Sí, se. ¿Pero como estás tú?” Su pregunta era sincera.

“Mírame. ¡Soy un desastre!” Alexia dijo levantando sus manos en forma de rendirse y hecho un vistazo a sus trapos. Por fin logró mirarlo en sus ojos. Pero Samuel recibió una mirada enojada y sarcástica. Sacudió su cabello despeinado al ver que el hombre estaba confuso.

“Lo siento mucho Alexia. Se que mi hermano te amaba con todo su corazón. Tú y los chicos eran el mundo para él. Realmente lo siento.” El cuñado también quería llorar.

“¡Los chicos!” Volcó las tazas (la de ella estaba vacía, la de él llena) al levantarse tan rápidamente de la mesa. “Me olvidé por completo…” También Samuel se levantó con un servilleta limpiando en vano sus pantalones cubiertos con el café. Dejó un billete en la mesa, agarró su paraguas y salió corriendo detrás de su cuñada.

(Continuará...)

18.11.07

“Alexia” (Instalación 2)

(Es aconsejable empezar con instalación 1 que se encuentra mas abajo.)

Tal vez por la bulla del bocino y otros autos en la calle mezclado con el ruido de la fuerte lluvia y viento Alexia no escuchó su nombre. Pero más que los sonidos de afuera el tornado que era su mente la había distraído. La gris del atardecer fue interrumpido con un relámpago de luz blanco que alumbró todo alrededor en este sector de la ciudad. Asustada levantó su cabeza un poco justo para ver una cara frente suya. Cortó su respiración al reconocer quien era. Por un instante los ojos del hombre captaron una pequeña curvatura de los labios pálidos, casi sonrió antes que la sombra de dolor y tristeza nublaba su rostro desde la frente al mentón progresivamente. En este momento el cielo se puso negro con el escape del sol.

Otro relámpago y un trueno monstruoso la hicieron asustar otra vez y buscó una manera de irse. Agachó su cabeza y estaba por pasar cuando se sintió la pesa de una mano cálida en su hombro. Tomando el cuidado de cubrirla con su paraguas sopló su nombre una vez mas, “Alexia.” Sin querer hacerlo ella inclinó hacía el pecho del hombre. Él la abrazó del hombro, que era nada más que huesos, con la mano que no estaba sosteniendo su paraguas. La dirigió adentro de un pequeño restaurante.

Después de hacerla sentarse vio que estaba temblando. Sacó su chamarra y la puso encima de ella. Otra vez sus labios casi le dio una sonrisa y otra vez la cabeza se agachó por vergüenza. Ella fue aliviada cuando él ordenó la café pero todavía no encontró ni la fuerza ni las palabras para hablar.

Por la cuarta vez repitió su nombre intentando agarrar la mirada de sus ojos hinchados por tantas lágrimas, “Alexia.” Cada vez que dijo su nombre fue como el efecto que una vela tiene en un cubo de hielo; se derritió un poquito más su corazón.

(Continuará…)

17.11.07

“Alexia” (Instalación 1)

Hay siempre luz. Al pasar por un valle estrecho a veces parece que la oscuridad crece más y más antes que la luz se presenta; pero siempre hay luz.

Caminando cabeza abajo fue obvio que Alexia estaba triste. Además su paso era cada vez más lento hasta que a veces se paró por completo y cubrió su cara mojada de lágrimas con sus manos. Sin rumbo ella no se daba cuenta cuando se puso a llover. Ni se sentía el frío porque su corazón se congelaba cada vez mas con cada cuadra que pasó. Al tiro las personas se olvidaron de la penosa escena creada por esta mujer.

Ropa fina, pasada de moda, ahora deshaciéndose por el uso frecuente; había vendido casi todo lo que tenía para sostenerse a si misma y sus dos hijitos. Espada doblada por la labor manual que tuvo que hacer ahora después de la pérdida de trabajo de oficina. Vestida de negro por ser viuda de recién. Y lo peor de toda su posición: botada de su círculo en la sociedad. En su bolsillo tres monedas se quedaban, pero no por mucho tiempo más por que al llegar a la tienda del lado de su cuarto tuvo que pagar lo que debía desde hace una semana, aunque faltaba la leche para su hijita.

No es muy común que una mujer pierda tanto en tan solo unos cuantos meses. ¿Cómo es que me encuentro así? ¿Qué pasó con el lindo sueño que tuvimos? ¿Por qué todos me odian? ¿Por qué no me dijo de sus deudas antes que muriera? ¿A quien puedo culpar por la enfermedad de mi querido esposo? ¿Por qué a mí? ¿Por qué soy así? Estas, y miles preguntas mas estaban atormentando a la desesperada jovencita.

Reconociéndola un hombre la llamó desde el otro lado de la calle. Esperando hasta que había oportunidad de cruzar señalaba para que lo esperara.

“¡Alexia!” gritó el hombre desde debajo de su paraguas mientras que un auto sonó su bocino porque casi lo tropezaba. Disculpándose con el chofer que seguía sonando su bocino furiosamente intentó una vez mas, “¡Alexia!”

(Continuará...)

16.11.07

La Familia

Aquí están dos fotos de nuestra familia. En la primera estoy con mi esposo y nuestros hijos. En la segunda estamos con los niños del orfanato Hogar de Sueños que fundamos hace un año y medio aquí en Cochabamba, Bolivia.

14.11.07

¡Miércoles!




¿Has escuchado a alguien usar esta expresión? ¡Miércoles! Para “remplazar” la otra palabra. O tal vez has usado esta expresión: ¡Caracoles! Para no decir la otra palabra.

¿Pero qué es el punto? Porque al escuchar estas palabras yo se que quería decir – en verdad. Entonces me pregunto ¿no es la misma cosa como decir la mala palabra? Porque da el mismo sentido; comunica el mismo mensaje.

Lo veo muy interesante que cuando una persona está con niños, su abuela o gente “de la fe” utiliza estas palabritas. En cambio cuando están con otros grupos utiliza las palabras más fuertes para encajarse con tales personas. ¿Para que hay una duplicidad?

Se que estamos todos siendo tratados por Dios en distintas áreas y tal vez esta no es una gran cosa contigo. Solamente hablo de esto con el propósito de llevar el tema a la luz. ¿Con que fin empleamos tales dichos en nuestro vocabulario? ¿Es necesario?

(Creo que estoy pensando en esto porque hoy día es miércoles…)

13.11.07

El Proceso de Pamela

Jesús dijo, Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos.”

A veces pensamos que Dios solamente tiene que ver con las dos casillas del lado izquierdo. Pensamos que es necesario maquinar el querer y el hacer en nuestras propias fuerzas después de que Dios nos da el deber. Cuando actualmente Él desea estar involucrado en todo el proceso.

Las dos casillas superiores son los pasos más gratificantes del proceso. Nos sentimos muy llenos de propósito y aceptación cuando estamos operando en tales pasos. Es cuando estamos en la valle de las dos casillas inferiores que tenemos que confiar mas en la fuerza de Dios para superar la frustración que viene con saber lo que tenemos que hacer y querer hacerlo; pero no saber como llegar al cumplimiento.

Pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad.”

Pamela ama a Dios(1). Descubre que es indebido gritar a sus hijos(2). Confiesa a Dios sus debilidades y pide que Él le de el querer y también como cambiar(3). Después hace amigas con una mujer nueva de la iglesia, Sonia. Sonia no es gritona; más bien es muy tranquila cuando habla. Al pasar tiempo juntas Pamela aprende esta nueva manera de tratar con sus hijos(4). Dios la ha ayudado porque confió en Él.

12.11.07

Una Falsificación



Si alguien nos preguntaría diríamos que sinceramente queremos ser buenas personas. Este motivo es bueno. Pero a veces nuestros métodos nos hacen equivocarnos.

Fácilmente podemos identificar la fragancia de una rosa. El tufillo nos hace buscar la fuente. A veces las mujeres tienen perfume que huele como una rosa. Podemos sentirnos decepcionados cuando encontramos que no es nada más que el olor del perfume.

A veces reemplazamos Dios mismo con la fragancia de Dios. Vamos en búsqueda de esta fragancia tan dulce que puede ser felicidad, la paz o el amor. Lastimosamente hay gente que se vende una falsificación en botella, un perfume que viene de la forma de un amante, las drogas, o el dinero. Estas cosas dan la fragancia pero son falsificaciones de la Rosa Verdadera. Es mejor buscar a la Rosa; cuando encontremos a ella su fragancia está en todo lugar. Al buscar a Dios toda nuestra vida está envuelta con su fragancia de felicidad, paz y amor.

¿Cómo vamos a saber si estamos conformados con una falsificación o tenemos algo auténtico? La única manera es pasar mucho tiempo con Dios mismo. ¿Conoces a Dios? ¿O estás siendo decepcionado buscando a su fragancia?

11.11.07

El Volumen de tu Veracidad


Imagínate que cada vez que hablarías con alguien el nivel de su veracidad determinaría su volumen.

Hablando con algunas personas cada palabra que saldría de su boca sería clara y su voz tan placentera a tus oídos. Prestarías toda tu atención por que te agradaría muchísimo escuchar tal sinceridad.

Sería completamente diferente con otras personas que no son tan honestas. Sería como su boca se mueve, la expresión su cara está muy animada y probablemente haga grandes gestos con sus manos ¡pero no hay ningún sonido! Tú sabes que una conversación así es casi imposible.

¿Qué tal las personas que hablan la verdad a medias? Dicen casi toda la verdad pero ocultan cositas, hacen una exageración por aquí y una mentirita por allá. Sería como tener una mala conexión con la señal de un canal de radio cuando escuchas parte de la canción y después está cortada con ruido molestoso.

Me gustaría confiar que cada persona con quien hablo sería veraz. Pero vivimos en un mundo que no es así. Por esto me preparo cuando voy para hablar con ciertos individuos. Digo a mi misma, “Voy a amar a esta persona aunque me mienta.”

Seamos personas veraces.

10.11.07

Botando Frutas

Chupando una mandarina me acordé de una experiencia que tuve hace seis años.

Al llegar a Bolivia una misionera nos invitó a quedarnos con ella hasta que encontramos casa propia. Explicó que tuvimos libertad en su casa. Una tarde tuve hambre entonces vi a una canasta de frutas. Llamó mi atención unas pequeñas frutas. No reconocí la fruta pero decidí probarla. La abrí para olerla. Me parecía rara su fragancia. Decidí que era podrida por como olía. La boté en el basurero. Saqué otra. Y lo mismo ocurrió. Boté la segunda en el basurero. Seis frutas terminaron en el basurero por su olor tan desconocido, hasta que entró la anfitriona. Mirándome con la séptima en mi mano preguntó “¿Que haces?”. “¡Está podrida!” expliqué. Mirando a la fruta me dijo, “Es una mandarina; y está bien.” Me hizo probarla. Sorprendida dije que me gustó mucho; y reímos.

Algunas veces nos portamos así cuando encontramos algo nuevo que Dios pide que hagamos. A primera vista la cosa parece rara y desconocida; entonces la botamos. En toda su misericordia nos presenta la cosa una vez más. Y volvimos a hacer lo mismo: botarla. Hasta que alguien dice, “¿Que haces? Esta que Dios pide es una buena cosa.” Al probarla pueda ser que te guste mucho. No sabrás si no lo intentas. ¿Por qué esperas? Esta cosa que Dios pide – hazla hoy.

9.11.07

Mensajes a Danny

Encontramos estos mensajes anónimos hace algunas semanas escritos en las gradas que sube a la estatua del Cristo de la Concordia aquí en Cochabamba. ¿Quién pudiera haber adivinado que la fatalidad vendría a los mensajes a Danny con el aguacero?


Me pregunto acerca del mensaje del Evangelio. Milagrosamente ha sobrevivido milenios. El Autor no era tonto cuando escogió su instrumento con cual escribir. Eligió una tinta carmesí que duraría para la eternidad. Aunque las piedras que pisamos hoy día son fuertes, todavía son corruptibles y padecerán. El Autor de la amorosa historia eterna escribió su mensaje en los corazones de los humanos. Lo hizo para que las generaciones venideras sabrán la verdad que las llevaría en la subida difícil de esta jornada que se llama la vida.

¿Qué es lo que Él ha escrito cuidadosamente en tu corazón que tu ha ayudado a seguir adelante? Aún durante las tormentas torrentes puedes estar seguro de que los mensajes de la esperanza escritos en tu corazón nunca perderán intensidad.